de la ciudad con mensajes de condenación y advertencia, recibían burlas y una feroz oposición de parte del “clero” de aquel tiempo. Amasías, sacerdote de Bet-el se quejó amargamente al rey Jeroboam y echó a Amós, boyero y recolector de higos silvestres, diciendo: “Vete, huye a Judá […] y profetiza allá” (Amós 7:10–13). ¡Desastre! En lo que menos pensaba la gente era en la catástrofe que se avecinaba. Mientras creían que estaban seguros, y que su nivel de vida no podía más que elevarse, no se imaginaban
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